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Según María Teresa Herrán y Javier Darío Restrepo[2],
…en los países latinoamericanos, la relación de la prensa con la política ha sido históricamente demasiado estrecha. Los medios escritos y radiales han nacido, en muchos casos, como fruto de esa relación: políticos metidos a periodistas o periodistas que han incursionado en la política han dado origen a periódicos y emisoras como instrumentos de proselitismo político y no como medios de información periodística. Ese antecedente explica la dificultad para entender y asumir una actitud de independencia total frente a los políticos y sus partidos (Herrán y Restrepo, 1995, p. 183-184).
Según lo anterior, esto permitió que el periodismo, inicialmente impreso y radial, se configurara bajo parámetros partidarios alejándose totalmente de su objeto principal de imparcialidad, históricamente esta labor se viene heredando con las generaciones legitimando así el medio como la herramienta partidista aunque soterrado.
El siguiente párrafo se extrae del documento titulado “El impacto de las tecnologías digitales en el periodismo y la democracia en América Latina y el Caribe”[3] considero pertinente incluir textualmente ya que transformarlo perdería la idea que se quiere transmitir y que está expuesta de forma magistral.
“Un periodismo sujeto al mantenimiento de un determinado gobierno en el poder acostumbró al país a que la información política publicada estuviera cubierta de un manto ideológico sectario, dogmático y poco apropiado para la generación de una cultura política sostenida en principios de pluralidad y respeto por la diferencia y asociada a la generación de una opinión pública nacional capaz de comprender con amplitud los hechos políticos y las contingencias propias de un orden social en proceso de consolidación.
Se necesita con urgencia el diseño de estrategias de contra discurso en aras de poner a circular las versiones oficiales de los ciudadanos, que pongan contra la pared las formas representacionales que se explicitan y que se esconden en las narraciones noticiosas y en los discursos oficiales (estatales y privados) que las alimentan y que circulan a través de los medios masivos de comunicación.
En palabras de Rosental Calmon Alves en su aporte como Director del Centro Knight para el Periodismo en las Américas comenta que en pocos momentos de la historia de la humanidad han sido tan revolucionarios en términos de la información y el conocimiento como el periodo que vivimos actualmente. Internet ha irrumpido como una gran fuerza transformadora, creando un nuevo ambiente, que marca la transición de la sociedad industrial a la sociedad digital o del conocimiento.[4]
El modelo de comunicación vertical y unidireccional (nosotros hablamos, ustedes escuchan), típico de los paradigmas partidistas clásicos y también del periodismo, está siendo reemplazados por uno horizontal y multidireccional, en el que los individuos son tanto productores como consumidores de contenido, tanto emisores como receptores. Éste tal vez es el punto de quiebre del paradigma de la comunicación de masas, que estuvo en vigencia durante la era industrial.
Ya en una era digital se hace necesario que los paradigmas evolucionen y el conocimiento del público permitirá a los medios no solo promover su contenido, sino propiciar la conversación con él. Sin embargo, históricamente, medios y periodistas han sido muy lentos en reconocer el panorama de la industria y todavía sigue la misma estructura de redacción de hace décadas que nace desde la academia y se termina incrustando en el ejercicio laboral y al intentarse innovar se sacrifica al blasfemo.
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Más allá de cifras globales, como aquella que Internet tiene una penetración del 31,9 por ciento en América Latina, que dan una vaga aproximación cuantitativa en países de la región en los que ha habido un crecimiento explosivo de la red (por ejemplo, Colombia, que pasó del 2,1 en el 2000 al 45,3 en el 2009) no ha habido un crecimiento paralelo del tráfico hacia los sitios web de los periódicos y esto evidencia que los principales temas de importancia del internauta no es precisamente informarse sino entretenerse, resultados que terminan convirtiéndose en la radiografía de una sociedad.
Desde una humilde opinión el periodismo desde sus diversos medios, géneros y objetivos terminará en manos de los ciudadanos quienes ya cuentan con la facilidad de las plataformas, información, redes, multidisciplinariedad y si le añadimos la pasión por la comunicación podrá ejercerla, independientemente si es para bien o para mal.
La academia se verá obligada a incluir en un futuro no muy lejano una fuerte pedagogía al ciudadano en el entendimiento de los discursos, la selección de la información y la crítica de lo que se está transmitiendo o en pocas palabras a “no tragar entero”. Lo cierto es que estamos a las puertas de un periodismo cívico aunque no es nuevo toma fuerza día tras día, en el cual se pueden presentar subjetividades pero sobre todo un ejercicio librepensante.
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